miércoles, 21 de mayo de 2008

PROMOVEMOS LA IDEA Y PROYECTO PARA QUE COMITÁN RECOBRE SU NOMBRE PRIMITIVO: BALUNCANÁN



Tercera parte:
CAMBIO DE SITIO.- Sin que pueda citarse la época y menos la fecha, por las posibles razones expuestas en las columnas anteriores, la población primitiva se trasladó después a una parte más alta, donde actualmente se encuentra. (Parece que existe también la versión de que el original sitio del primitivo pueblo fue la planicie que hoy tiene al sur). Si cuando cambió a la parte alta reemplazó el nombre de Chonab por el de Baluncanán, la etimología del Maestro Becerra será perfectamente lógica.
Cuenta la leyenda que el sitio apropiado para la nueva población lo descubrió un leñador que encontró a un león que tomaba agua en una fuente. Llevada la noticia al pueblo, sabiendo de la existencia de un lugar más apropiado y dotado de agua, se dieron los pasos necesarios y se realizó el traslado. Conservando este suceso por la tradición, mucho tiempo después y para perpetuarlo se erigió sobre la fuente (probablemente ya en la época colonial, dado las características de construcción) un monumento en forma de una caseta cuadrada de mampostería, en cuyo centro, en un alto zócalo que contenía los tubos vertientes, se erguía un león que andando el tiempo llegó a ser centro de plazoleta del barrio de LA PILA.
La raza que habitó la primitiva población de Chonab o Baluncanán era la de los Tojolabales o Chaneabales, descendientes de los antiguos quichés y unas de las ramas de los tzeltales o de los quelenes, que por lo pronto recibió el influjo de los inmigrantes de otras razas similares (tzotziles, votánides, mayas, entre otros) y más tarde el de los ulmecas-tolteca-nahoas, y que constituyó un cacicazgo independiente.
Su lengua, el tojolabal, del grupo Tzental, familia Maya-Quiché, según Mendizábal, la define Flavio Paniagua como una mezcla de tzotzil, zendal, maya y trokek (sic) y se llamaba también chaneabal, que se dice significaba cuatro lenguas ( Chane’, cuatro). Becerra da a entender que los tojolabales son una raza independiente de los sendales, pues dice: Los indios que hablaban tojolabal nombraban Kuriques (Kuliñ, de Kul, monte) a los dichos sendales y a éstos da la acepción de recién venido, en oposición a los mames (mam, abuelo). En cambio, Alonso Ponce llama quelenes a los pobladores de Comitán.
Los tojolabales se extendieron por toda la zona comarca de Comitán y fundaron muchos otros pueblos, los cuales tomaron mucho auge y se crearon más a la llegada de los toltecas en el siglo XI. Se dice que estos náhuatls fundaron Copanagustla, Tepancopan y Copainalá, siendo según afirma la capital de este imperio o cacicazgo Tepancoapan o Copanaguastla, ciudades populosas en aquellos tiempos. De la primera sólo quedan en pie numerosas sepulturas vestigios de un gran cementerio; de la segunda únicamente perduran vestigios del templo.
CAMBIO DE NOMBRE.- En esta época, 1116, ó quizá un poco después, en 1482-84 a la llegada de los aztecas, los inmigrantes nahoas cambiaron el nombre del pueblo de Chonab o Baluncanán a Comitlán, que antiguamente, en los primeros escritos aparece con la terminación abreviada: Comitla. La pérdida de la “I” de la desinencia nahoa “tlán” se efectuó ya en época reciente y probablemente por mayor facilidad en la pronunciación.
La existencia de Comitlán ya con ese nombre en la época citada es ineludible, pues así figura en documentos del Siglo XVI, aunque por lo que luego diremos, se nota que perduraba en la gente del pueblo la anterior denominación Baluncanán. En uno de esos documentos, bastante fidedigno, fechado en 1584, la “Relación Breve” del viaje de Fray Alonso Ponce, dice que “llegó a un pueblo de indios quémeles, llamado este pueblo Comitán” y por ello puede conjeturarse, desde el punto de vista ético, que o había quienes allí o bien el nombre quelén era un genérico de varias razas, entre ellas tojolabal.
Marco E. Becerra dice que Comitán (Komi-tlán) significa: donde abundan las fiebres; del nahoa Komik, fiebre y tlán, desinencia abundancial; pero no nos parece que así sea, a no ser que de nuevo en su situación alta el pueblo se hubiera tornado enfermizo, lo que es improbable.
La mayoría de los autores, incluso Orozco y Becerra, han traducido Comitán como “lugar de ollas” o “lugar de alfareros”, de komitl, olla, y tlán, desinencia locativa. Contra esto alega Becerra que “no hay tradición ni huella en ruinas de que Comitlán haya habido la industria alfarera que supone Brinton, y a cuya conjetura induce, es cierto, el pictoglifo, meramente mnemónico del Código de los Tributos”.
Y en efecto, los primitivos mayas-Quichés no se distinguieron como alfareros, sino como labradores de piedra; pero debe tenerse en cuenta que el nombre Comitán es más reciente, de la época nahoa, y éstos si eran excelentes alfareros, y en su estancia seguramente enseñaron a los nativos de esos lugares.

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